UPIT

Opinión: Lo llaman empleos y no lo son

Opinión: Lo llaman empleos y no lo son

La crisis económica, social y ética que estamos viviendo, y de la que no hemos salido, está trastocando tanto la realidad que muchas de las palabras que seguimos utilizando, ya no reflejan lo que realmente ocurre.

Un ejemplo claro es la palabra empleo, sobre todo en su acepción de creación de puestos de trabajo. El gobierno alardea de creación de empleo en los últimos tiempos con fines propagandísticos, englobando en un concepto que ya no sirve, una realidad diversa y mucho menos halagüeña que lo que la palabra ha venido significando.

Por empleo hemos entendido hasta ahora la creación de un puesto de trabajo fijo o estable y cuyas condiciones de trabajo se ajustan a la normativa vigente. Ocurre que lo que se crea o el trabajo u ocupaciones que se crean en la crisis, no obedecen a ese concepto, y cuando  así sucede,  lo son en una proporción mínima.

La última encuesta de población activa revela que se han creado 402.000 nuevas ocupaciones; pero ¿son 402.000 empleos en el sentido tradicional? No; y se puede demostrar acudiendo a las estadísticas del Ministerio de Empleo sobre contratos, tomando el periodo de 2014, y extrapolando sus resultados.

En ese año se formalizaron en España 16.727.089 contratos laborales, cifra ya sorprendente y que no encaja en el nivel de desempleo y actividad realmente existente. A la explicación de este fenómeno nos referiremos más adelante

De esa cifra, el 8% fueron contratos indefinidos, pero solo el 4,5% del total fueron a jornada completa, ya que 588.338 de los contratos indefinidos lo fueron a tiempo parcial.

Por lo tanto, únicamente al 4,5 % de los contratos registrados en el año se le puede denominar empleo en sentido tradicional. Los contratos indefinidos a tiempo parcial son miniempleos, ya que son estables, pero no a jornada completa.

A continuación viene la contratación temporal que supone el 92% del total de contrataciones en 2014.

Si nos centramos en los contratos por obra, eventual por circunstancias de la producción, e interinidad, ya que las cifras de otras modalidades son irrelevantes, observamos los datos siguientes:

Mas de la mitad de los contratos temporales duran menos de tres meses.

El 50,6% del total de esas contrataciones temporales se formalizó por un tiempo comprendido entre uno y tres meses. Un total de 6.269.694, es decir el 41% de los contratos temporales, se formalizó para una actividad de un mes o menos y de éstos 4.181.772 lo fueron por menos de una semana.

¿Cómo llamar a una actividad, a una contratación que no pasa de tres meses o a la que no dura ni una semana? Desde luego, empleo no parece el término más adecuado. Más apropiado parecen términos como ocupaciones inestables y en el caso de las contrataciones por semanas u horas microocupaciones desde luego muy inestables.

El 34% de los contratos temporales formalizados en 2014 lo fueron a tiempo parcial. La combinación entre temporalidad, con las características que hemos indicado, con la jornada parcial hace que el llamado empleo se reduzca a términos centesimales en cómputo de jornada anual. Así, un trabajador contratado para trabajar 16 horas en una semana supone un 0,00860 de tiempo sobre la jornada anual. ¿Cómo llamar a esa situación? ¿He tenido una ocupación centesimal a lo largo del año?

El elevado número de contratos temporales formalizados

¿Por qué más de 15 millones de contratos temporales formalizados al año cuando el número de contratados temporales en una determinada fecha oscila alrededor de 3,5 millones?

Una de las razones es la elevada rotación de los contratos por su escasa duración. La mayoría de las contrataciones temporales lo son en fraude de ley, es decir, se utilizan encubriendo una necesidad fija de la empresa. Por ello, el empresario, con el mismo trabajador o con trabajadores diferentes necesita formalizar varios contratos al año y tantos más, cuanto menor sea su duración. Si el número de contratos temporales en fraude de ley descendiera, el número total de contratos formalizados al año descendería posiblemente en más de la mitad.

Se produce, además, otro fenómeno de falseamiento de la realidad, ya que la repetición de contratos temporales, que están encubriendo un único fijo, aumenta falsamente las estadísticas ya que cada uno de los contratos temporales se contabiliza como un nuevo empleo creado.

Poco empleo y mucha precariedad

Como se ha señalado, únicamente el 4,5% de los contratos formalizados en 2014 se puede llamar propiamente empleo, utilizando la definición tradicional. El resto son miniempleos, ocupaciones temporales la mayoría de menos de tres meses, microocupaciones, y en su escala más baja pero no la menor cuantitativamente, ocupaciones esporádicas.

Tal es la realidad de nuestro mercado de trabajo, precario en un 95% de los casos, por todo lo expuesto, y que raya la indignidad humana en un número considerable de situaciones.

Todo ello, sin considerar las condiciones de trabajo de esas contrataciones, cuyo estudio llevaría a conclusiones más pesimistas.

Llámese a las cosas por su nombre y déjese de llamar empleos a lo que no lo son.

Julián Lobete Pastor

Inspector de Trabajo jubilado

Ex-portavoz de UPIT

3 thoughts on “Opinión: Lo llaman empleos y no lo son

  1. Vicente mora

    Excelente articulo.. Se puede añadir que España encabeza a los países de la OCDE en cuanto a mayor peso de contratos a tiempo parcial involuntarios (63 por 100), lo que significa que 2 de cada 3 no desean ni pueden permitirse trabajar menos horas y por tanto tener una retribución que difícilmente permite mantenerse de forma autónoma.

  2. Julian Lobete

    se deben añadir los datos proporcionados por Vicente Mira.Tenemos que lograr llevar a cabo una descripción precisa de la precariedad laboral para poder proponer medidas adecuadas y contrarrestar las falsedades del gobierno en esta materia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.